Los besos no se cuentan.
Sería como contar cuantos pasos diste
desde que aprendiste a caminar.
Como contar cuantas veces
comiste tu fruta preferida
desde que la elegiste.
Fuera del hecho de que cueste,
no se pueden contar los besos.
Lo que queda por hacer
es acordarse del más lindo,
del primero, del ultimo,
del más tibio, o el más frío.
Recordar, simplemente,
ese beso que te marca el alma.
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