Voy sola en un bote, sola.
En el medio de este río, me dejo fluir.
Nos cruzamos y nos vemos.
Y te grito, no me escuchás,
o no querés escucharme...
nuestros ojos se desconectan
y seguís. Tu bote viaja en dirección opuesta.
No, no es tu bote, es el mío.
Me dí cuenta tarde
de que estoy remando hacia el otro lado,
huyendo de lo que me corresponde,
la ignorancia, el desprecio.
Entonces me dejo llevar por el agua.
Quiero alcanzarte, pero rompes mi barquito,
que se volvió de papel, se moja y se ablanda.
Lo rompes con tu indiferencia,
que no sé si es fingida,
porque es tan fuerte que me golpea,
y me duele.
Y mi barquito ya no sirve,
y me hundo, y me ahogo.
Y el agua resulta ser salada.
Y este río son mis lágrimas.
Y yo me escapo de mi tristeza
y vos estás en ella, como si nada fuera.
Y esto es mi culpa, por remar hacia el otro lado.
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