domingo

XCIV

Tu capricho y tu edad, según se mire, 
provocan tus defectos o tu encanto; 
y te aman por tu encanto o tus defectos, 
pues tus defectos en encanto mudas. 
Lo mismo que a la joya más humilde 
valor se da en los dedos de una reina,
 

se truecan tus errores en verdades 
y por cosa legítima se tienen. 
¡Cómo engañaría el lobo a los corderos, 
si en cordero pudiera transformarse! 
Y ¡a cuánto admirador extraviarías, 
si usaras plenamente tu prestigio! 
Mas no lo hagas, pues te quiero tanto 
que si es mío tu amor, mía es tu fama.


                                                               W.S.

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